sexta-feira, 22 de maio de 2009

EL SOL AZTECA

Cuando se habla de México, inmediatamente vienen a la memoria los mariachis, Cancún y las pirámides. Los mariachis son grupos musicales de mestizos bigotudos (la mayoría), ataviados con trajes típicos de charros mexicanos, surgidos en la época de la Colonia. Cancún es el balneario más famoso de México ubicado en la península de Yucatán, en la región de las pirámides mayas cerca de la isla Cozumel, primer lugar donde aportaron los españoles. Las pirámides más famosas y espectaculares entretanto, son las de Teotihuacán, en el valle central de México. Son el último testimonio de un pasado glorioso, el Imperio Azteca. Sin embargo fueron construidas durante la civilización de los Olmecas en el siglo III d.C., o tal vez por una civilización mucho más antigua de la cual solo restan las leyendas (se han descubierto vestigios de ocupación humana, en el valle central de México, de 10 mil años antes de la era cristiana). Al evocar las antiguas civilizaciones mexicanas surge otro objeto fascinante: el Calendario Azteca, o Sol Azteca.

El calendario conocido como “Piedra del Sol” fue esculpido, según la historia mexicana, en la época del sexto emperador azteca Axayácatl en 1479, en homenaje a Tonatiuh, dios del sol. Es una piedra enorme de 24,5 toneladas de peso, con varios dibujos grabados dentro de un gran círculo en forma de sol, de 3,57 m de diámetro. Los numerosos motivos esculpidos parecen estar relacionados con la astronomía, cronología y cosmogonía de los antiguos mexicanos, con varios círculos sobrepuestos. En el disco central está representado el dios Tonatiuh, con la lengua entre los dientes, que es un cuchillo ceremonial usado en los sacrificios humanos, a los lados sus manos agarran dos corazones; Los cuadrados en torno del rostro representan los cuatro soles anteriores: Oxotltonatiuh (de la raza devorada por tigres), Ehecatonatiuh (de los hiperbóreos), Quiauhtonatiuh (de los Lemurianos) y Atonatiuh (de los atlantes); En el primer anillo están representados los veinte días del mes; El segundo anillo tiene cuatro figuras triangulares que representan los puntos cardinales; En el tercer anillo aparecen dos serpientes de fuego, que transportan el sol en su viaje por el cielo, entre las fauces están los rostros de los dioses del fuego y del sol; En el cuarto anillo están representadas las estrellas del cielo nocturno, con un total de 158 estrellas.

La Piedra del Sol posiblemente sea más antigua que los aztecas que la heredaron, junto a otros símbolos religiosos, de los toltecas (herencia que tal vez sea maya u olmeca). En el primer calendario el año náhuatl constaba de 365 días, divididos en 18 meses de 20 días, más 5 días que eran considerados nefastos, dedicados al ayuno y a la oración (cada mes era dedicado a un dios determinado). Los toltecas le agregaron un calendario ritual de 260 días, divididos en 20 semanas de 13 días, con un periodo cíclico de 52 años, según la observación de las estrellas Pléyades (curiosamente Pléyades eran las Atlántidas, hijas de Atlas según la mitología griega). Los aztecas, al adoptar el calendario tolteca, pasaron a creer que el mundo se acabaría al completarse un ciclo de 52 años. Todos esperaban ese “final de los tiempos” (en los cinco días nefastos del año) destruyendo sus templos, sus poses y apagando el fuego. Al no acontecer nada había gran regocijo, saludaban al sol y el inicio de una nueva era, todo era reconstruido nuevamente y nuevos sacrificios eran realizados. La leyenda cuenta que cuatro soles ya habían sido destruidos por catástrofes naturales, Tonatiuh era el sol de la quinta era.

É possível que seu navegador não suporte a exibição desta imagem. Cuando los españoles conquistaron el imperio de Moctezuma, en 1521, comenzaron a destruir los ídolos y templos. El sol de piedra fue enterrado en la plaza central de Tenochtitlán por orden de un arzobispo, por ser un símbolo criminal y sangriento de los aztecas. Fue exhumado en 1790. Actualmente está guardado en el Museo de Antropología de México.

Al desembarcar Hernán Cortez en las costas de México el siglo XVI, el Imperio Azteca se encontraba en su apogeo. Dominaba gran parte del valle central desde el norte hasta el istmo de Tehuantepec. Sin embargo, antes de los aztecas, otras civilizaciones habían florecido en la región: los olmecas, establecidos en el Istmo de Tehuantepec desde el siglo IX a.C.; los mayas, en la península de Yucatán, varios siglos antes de la era cristiana; los zapotecas, en Oaxaca, también antes de la era cristiana; los toltecas, que iniciaron el culto del dios Quetzalcoatl, establecidos en Tula al norte del calle central, desde el siglo VII; y los mixtecas, que en el siglo X conquistaron el reino de los zapotecas. Otras tribus eran los huastecas, de la familia de los mayas, al noreste en el litoral; los tlazcaltecas y totonecas, que fueron aliados de los españoles en la guerra de la conquista; los tecpanecas, del lago Texcoco, los tarascos, que habían derrotado al rey azteca Axayácatl en la batalla de Michoacán y otras tribus menores.

En el siglo XII hubo otra gran invasión: los Chichimecas, indígenas nahuas procedentes del norte, de la región del Colorado (actual Estados Unidos), invadieron y destruyeron el reino tolteca de Tula. Se fijaron en Tenayuca y posteriormente en el lago Texcoco, donde fundaron su capital, heredando la cultura y religión de sus antecesores toltecas.

Los aztecas, también llamados mexicas, eran una de siete tribus chichimecas que llegaron del noroeste, actual Alta California, invadiendo el valle central de Anahuac (antiguo nombre del país). Procedentes de la mítica región de Aztlán (una isla en el medio de una laguna jamás encontrada), peregrinaron como nómades cazadores en el desierto mexicano por 200 años, hasta establecerse tardíamente en el lago Texcoco en el siglo XIV. Por orden de Tenoch, gran sacerdote de Huitzilopochtli, el dios azteca de la guerra, fundaron Tenochtitlán en 1325 en la margen opuesta del lago, una zona pantanosa entre dos pequeñas islas (en un comienzo era apenas un altar de piedras enfrente de algunas cuevas). Los aztecas sirvieron como vasallos de los reyes tecpanecas y acolhuas de Azcapotzalco y Texcoco pagando tributos. Después de participar en la guerra interna de Texcoco con su segundo rey, Huitzilihuitl, ganaron su independencia, formando la confederación de las ciudades de Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlán. A través de la guerra, que siempre fuera el objetivo principal de ese pueblo belicoso, los reyes aztecas desde Itzcóatl, hasta Moctezuma II, aseguraron la supremacía de Tenochtitlán sobre las otras ciudades y crearon un imperio que llegaba hasta la península de Yucatán, donde reinaban los mayas. Los aztecas, en su convivio con pueblos más adelantados, habían pasado de un estado semisalvaje a seres más civilizados, pero todavía feroces, con clases de nobles, plebeyos y esclavos.

Desde su capital Tenochtitlán cobraban tributos de los pueblos sometidos, que consistían en oro, plata, joyas, alimentos agrícolas, mantas de plumas de aves exóticas, animales salvajes, tejidos de algodón, armas de guerra y vidas humanas para los sacrificios a los dioses, principalmente para Huitzilopochtli, dios de la guerra y del sol y Tlatoc, dios de la lluvia y fecundación. Los sacrificios eran realizados en los templos ceremoniales de Tenochtitlán y en la ciudad sagrada de Teotihuacán. Había varias modalidades de sacrificios, dependiendo del mes del año y del dios a quién eran ofrecidos: 1- El sacrificio más común, reservado a los prisioneros de guerra, era arrancarle el corazón todavía vivo, para rociar con su sangre las estatuas de los dioses, después era degollado y su cráneo servía para decorar el templo; 2- Jóvenes indias eran degolladas en cuanto danzaban en los rituales a los dioses; 3- Niños de corta edad, ricamente vestidos, eran llevados ante el dios en literas decoradas con flores para ser sacrificados; 3- Otros eran lanzados a la hoguera drogados con achiche; 4- Prisioneros eran amarrados a un caballete y clavados con flechas, después tenían la piel arrancada con la cual se cubrían los sacerdotes; 5- Algunos prisioneros eran entregados a su captor para hacer un festín con sus compañeros, en un ritual sangriento de canibalismo.

Los aztecas que (se auto-proclamaban como el pueblo del sol), consideraban a la muerte tanto en la guerra como en os sacrificios, un medio de alcanzar la felicidad suprema. Y en su camino hacia el cielo, como “compañeros de viaje” del sol, se reencarnaban en colibrís para llegar a “tlalocán”, el jardín del paraíso (otros se iban hacia el infierno “mictlán”). No era rara la concurrencia de voluntarios al sacrificio colectivo, formando filas inmensas. Al término de una batalla, el guerrero más valiente era “premiado” también con la muerte en un ritual, después de noches en orgías y fiestas, el privilegiado caminaba hacia el altar de sacrificios tocando una flauta, acompañado de bellas mujeres. Cronistas españoles de la época, calculan que los aztecas realizaban más de 60 mil sacrificios por año. Hernán Cortez, en su camino hacia la capital del reino azteca, Tenochtitlán, encontró un templo decorado con más de 100 mil cráneos. Como era un pueblo “profundamente religioso”, todos los días eran realizados sacrificios humanos al dios sol, para que al día siguiente brillase nuevamente en su plenitud.

Moctezuma II, el emperador aprisionado por los españoles, sucedió a su tío Ahuitzotl en 1502 conquistando territorios al norte y sur de México. Era considerado por sus súbditos como un dios, intocable e inalcanzable (eso no lo impedía de tener un harén de mil mujeres, para lo cual debía usar plantas afrodisíacas). Fue hecho prisionero por Hernán Cortez en su propio palacio. Al tratar de apaciguar, a mando de Cortez, una rebelión encabezada por su hermano Cuitláhuac, fue apedreado por los súbditos a los gritos de: ”traidor, cobarde y sumiso”, la historia dice que murió a consecuencia de las heridas, otra versión dice que fue ejecutado por los españoles.

Cuitláhuac, como nuevo rey azteca, derrotó a los españoles que huían de Tenochtitlán en la llamada “noche triste” de los españoles en 1520, sin embargo murió poco tiempo después, de viruela contraída con los europeos. Cuauhtémoc, también conocido como Guatimozín, sobrino del anterior, asumió el trono azteca y defendió férreamente su capital de los invasores, que sitiaron la ciudad, destruyendo el acueducto de Chapultepec que abastecía a Tenochtitlán de agua potable. Cuauhtémoc se entregó como prisionero a los españoles, para evitar que su pueblo fuera masacrado. Fue torturado con fuego por los soldados de Cortez, para indicar la localización del tesoro de Moctezuma, soportando con gran valentía a pesar de encontrarse debilitado por el hambre. Finalmente Cortez ordenó su ejecución por ahorcamiento.

La conquista del Imperio Azteca tiene varias explicaciones: 1- A pesar de contar con un ejército numeroso, más de 500 mil combatientes, los aztecas sucumbieron a un pelotón de soldados españoles, con armas de fuego, navíos, espadas de acero, lanzas y caballos (desconocidos en América) que sembraban el pánico entre los indígenas armados de palos y piedras. 2- Los españoles contaron también con la ayuda de las tribus totonecas y tlazcaltecas, enemigas de los aztecas, que pensaban ingenuamente que así recuperarían su dominio sobre la región. 3- El motivo más citado era religioso: los aztecas tenían la leyenda del dios Quetzalcoatl (serpiente emplumada), el gran civilizador, blanco y barbudo, que se había marchado navegando hacia el este, prometiendo volver con los suyos. Moctezuma II, el dios vivo, había tenido una premonición donde veía la llegada de hombres blancos, montados en una especie de grandes venados. La llegada de los españoles confirmaba esa profecía.

Como puede deducirse finalmente, la llamada “arquitectura azteca” de las grandes pirámides, es controvertida. Teotihuacán, con las pirámides del sol y de la luna, templos y otras construcciones grandiosas data, según los arqueólogos, del siglo III d.C. (mil años antes de la llegada de los aztecas a México). También se han descubierto vestigios de tribus indígenas (o serían alienígenas) en la región del lago Texcoco, de 12 mil años de antigüedad. Los templos, construidos por los aztecas en Tenochtitlán, fueron fácilmente destruidos por los españoles para construir sus catedrales cristianas y edificios públicos, usando los mismos materiales. Los aztecas, con su costumbre bárbara de ofrecer sacrificios a los dioses, no disponían de mano de obra para construcciones colosales. Los pueblos esclavizados eran dominados por el terror, prefiriendo ser sacrificados a ayudarlos.

En síntesis: Los aztecas fueron un gran pueblo guerrero, que construyó una de las grandes civilizaciones de la historia, encima de las ruinas de culturas mucho más antiguas, ayudados por los pueblos subyugados, sometidos cruelmente por sus opresores, que pagaban tributo en alimentos para la gran metrópoli, en armas, objetos de arte, joyas y vidas humanas para la servidumbre y también para las sangrientas matanzas religiosas.

ClaudioAracenaRamírez

quarta-feira, 22 de abril de 2009

DEL REAGGE A JAH Y A LA REINA DE SABA

DEL REAGGE A JAH Y A LA REINA DE SABA

El título puede parecer extraño, sin embargo quién conoce un poco de la cultura rastafári sabrá de qué estoy escribiendo. El reagge se originó en Jamaica como una manifestación musical de la religión Rastafari de los negros llegados del África, un cristianismo ortodoxo etíope con elementos de la religión judía. Proclama el emperador de Etiopía, como la representación terrenal de Jah (de Jahve, o Jehová de los hebreos). La cultura rastafari se expandió por el mundo, a través del ritmo reagge interpretado por Bob Marley y su banda. En 1926 el publicitario jamaicano Marcus Garvey se había transformado en el profeta de la nueva religión, durante una misa hizo la siguiente profecía: …”miren hacia el este, hacia África donde un negro será coronado rey…será Dios regresando a la Tierra como hombre nuevamente”… Makonnen, el ras Tafari (señor de la paz) fue coronado Emperador de Etiopía en 1930 con el nombre Hailé Selassie I, el Rey de reyes, Elegido de Dios, el León de Judá (títulos dados por la iglesia ortodoxa etíope), era el 225º emperador de la era salomónica, descendiente del  Rey Salomón y la Reina de Saba.

La Reina de Saba, mencionada en los libros de Reyes y Crónicas de la Biblia, en el Corán islámico y en la historia oficial de Etiopía, fue gobernante del reino de Saba, entre los actuales territorios de Yemen en el sur de la península arábica y parte de Etiopía en África. Era llamada Makeda por los etíopes y Balkis en las tradiciones islámicas, célebre por sus grandes riquezas. Según el Antiguo Testamento, la reina de Saba supo de la gran sabiduría del rey Salomón  y aceptó un convite para conocer el palacio de Jerusalén, llevando oro y piedras preciosas como regalo. Quedó tan impresionada por su anfitrión que se convirtió al monoteísmo del dios Jehová. Según las tradiciones etíopes, Salomón y Makeda tuvieron un hijo, Menelik, que fue el primer emperador de la dinastía salomónica de Etiopía.

Muchos rastafáris se consideran hebreos negros, descendientes de Salomón, sin cualquier relación con el mundo judío. Algunos son vegetarianos, intentan vivir próximos de la naturaleza como los africanos, no beben alcohol, usan trenzas y dredlocks en los cabellos que no cortan y algunos consumen marihuana (yerba) en sus rituales. Se identifican con los colores verde, amarillo-oro y rojo de la bandera etíope en sus ropas y adornos, como señal de lealtad  de los rastas a su patrono Hailé Selassié, a África y Etiopía encima de todas las naciones.

El imperio etíope aksumita. Etiopía, conocida como Abisinia en la época de los faraones egipcios, está en el sudeste africano. En sus tierras están las nacientes del río Nilo Azul. Sus habitantes originales eran los cuchitas del sur de Nubia (entre los siglos VIII y VII a.C. hubo 5 faraones etíopes-nubios reinando en Egipto, los “faraones cuchitas negros”). El reino Aksumita de Etiopía fue fundado por Menelix I en el siglo X a.C., tribus semitas procedentes del reino de Saba (los sabeos) subyugaron a las tribus autóctonas y el reino alcanzó gran prosperidad, teniendo su apogeo en el siglo III d.C. (en el siglo IV fue convertido al cristianismo). Los aksumitas cuñaban monedas de oro, plata y bronce con las efigies de los soberanos (nëgus), que permitían el comercio marítimo entre los países del Mediterráneo y la India a través del Mar Rojo. El Reino Aksumita era considerado uno de los cuatro estados más poderosos de la era cristiana junto al romano, persa y chino, abarcando Etiopía, Eritrea, parte del Sudán, Somalia y Yemen. La ciudad de Aksum, capital del reino Aksumita en el norte etíope, poseía enormes obeliscos, estelas, tumbas reales, palacios y castillos.

El imperio declinó en el siglo XII cuando asumió la dinastía Zagwe que permaneció en el poder por cerca de 90 años. En el siglo XIII Yekuno  Amlak asesinó al último rey zagwe y restauró la dinastía salomónica de Aksum con el nombre de Teodoro I. En 1520 los europeos llegaron a Etiopía y tentaron convertir el reino a la fe católica. En 1632 los misionarios católicos fueron expulsados y se instauró en Etiopía un sistema feudal donde el poder era ejercido por los señores Ras. El país fue invadido por los egipcios y fueron repelidos por un jefe guerrillero, Kassa, que se proclamó emperador con el nombre de Teodoro II. Tropas inglesas ocuparon el país y ante la derrota inminente, el emperador se suicidó. El 1889 Menelik II asumió el trono y fundó una nueva capital Addis Abeba con los italianos ocupando a Eritrea. Varias incursiones árabes y turcas fueron repelidas por los etíopes, las potencias europeas comenzaron a repartirse el continente africano. En 1896 los etíopes consiguieron derrotar al ejército colonial italiano. Finalmente Inglaterra, Francia e Italia se dividieron el territorio etíope en 3 zonas de influencia económica, conservando su independencia. Menelik II abdicó por enfermedad y su hija y heredera, la emperatriz Zauditu, falleció. Entonces asumió el trono en 1930 un sobrino-nieto, el ras Tafari Makonnen, que fue coronado como el Emperador Hailé Selasie I. Durante la 2ª Guerra Mundial Italia invadió Etiopía y el emperador fue exilado, hasta 1941 cuando le fue devuelto el imperio por los aliados. En 1974 un golpe militar destituyó al emperador que murió un año después, ante la consternación de los rastafáris que no aceptaban la muerte del dios Jah encarnado. Hasta el día de hoy creen que su muerte fue una simulación y que él volverá cuando la Jamaica africana sea libertada por los viejos rastafáris, como fue prometido por el mesías negro Hailé Selassié en 1966.

ClaudioAracenaRamírez

sábado, 18 de abril de 2009

LA CREACIÓN DEL MUNDO

LA CREACIÓN DEL MUNDO

Sobre la Creación del Mundo y del Universo existen innúmeras teorías, religiosas, mitológicas, científicas y pseudocientíficas. Todas teorías abstractas, es bueno aclarar, nada ha sido completamente demostrado y tampoco existen testigos. Las principales teorías conocidas son la Creacionista; la Evolucionista; del Big-Bang; de la Tierra Hueca y del Hielo Eterno, o Teoría del “Wel”.

Teoría Creacionista. La Biblia dice en el Génesis: “En el comienzo Dios creó el Cielo y la Tierra. La Tierra no tenía forma, todo era un mar profundo cubierto de tinieblas y el espíritu de Dios se movía sobre las aguas”. Entonces Dios dijo: ¡Que haya luz! Y hubo luz. “Que sirva para alumbrar la tierra, para separar el día de la noche y también para señalar los días, los años y las fechas especiales” (?), hizo una luz grande para alumbrar el día, una pequeña para alumbrar la noche y las estrellas en la bóveda celeste. Hizo las plantas, los seres marinos y las aves. En el sexto día creó los animales terrestres y al hombre: “Hagamos el hombre a nuestra imagen y semejanza”, dijo.

Al escribir esto, Moisés debe haberse inspirado en la mitología egipcia que dice: “Al comienzo no existía nada, todo era un caos hasta surgir Amón Ra, viajando sobre las aguas y formar una isla de la tierra seca”. Lo mismo, en otros términos, está escrito en las mitologías de la India, China, Japón y de los indios americanos. En leyendas de los indios brasileños está descrito así: “En un comienzo no existía nada y las tinieblas cubrían todo”. En la mitología nórdica estaba de la siguiente forma: “Al inicio, antes del despertar de los dioses, había apenas un gran precipicio llamado Ginnungagap”. Según la mitología griega; “Había un dios llamado Caos, que creó la linda diosa Tierra para librarse de la soledad”.

Últimamente, en los Estados Unidos, se está enseñando la Teoría de la Creación inteligente en algunas universidades, llamada de “Creacionismo Científico” (?), despreciando la Teoría de la Evolución de Charles Darwin, argumentando que Dios creó al hombre en su forma perfecta directamente del barro, como está en la Biblia, tesis fantástica que algunos cristianos de mente más esclarecida, inclusive, no aceptan.

Teoría de la Evolución. Según Charles Darwin, el Universo y todos los elementos naturales siempre han existido y están en constante evolución. Estrellas, galaxias y seres vivos nacen, mueren y vuelven a renacer en otro estado más avanzado. El trabajo más conocido de ese naturalista y también el más contestado por la iglesia, es la obra “El Origen de las Especies” publicada en 1859, donde describe que todos los animales (el hombre entre ellos) tienen ancestrales comunes. Los ancestrales del hombre serían los grandes primates como chimpancés y gorilas, evolucionando para seres primitivos: australopiteco, homo-erectos, Homo-neandertal, Homo-sapiens, etc., descubiertos solamente en el siglo XX.

La evolución de los cuerpos estelares del Universo viene siendo demostrada a cada año por los astrónomos, con telescopios cada vez más sofisticados y potentes. Se ha descubierto la existencia de estrellas enanas, grandes rojas, de neutrones y otras, en permanente transformación.

Teoría del Big-bang. Es la teoría más aceptada en el momento, sin embargo no es unanimidad, faltan pruebas científicas. Siguiendo la teoría de la relatividad de Einstein, algunos científicos creían que el Universo era una enorme bola de hidrógeno que explotó en un instante determinado (”big-bang”), hace 12 billones de años. De ahí surgieron las galaxias y los planetas. Teorías más recientes determinaron que el Universo surgió de la explosión, o expansión súbita, de una partícula única, infinitamente menor que un átomo, que poseía todos los elementos y energías de la naturaleza. En fracciones de segundo todo comenzó a expandirse aceleradamente, formando los protones, neutrones, átomos, moléculas, las estrellas y las galaxias. La vida surgió en la Tierra y posiblemente en otras galaxias, millones de años después del Big-bang. El Universo continúa expandiéndose indefinidamente. Algunos teóricos sustentan la versión de un colapso en esta expansión, denominado de “Big-Crunch”, cuando comenzarían a desaparecer las galaxias, estrellas, moléculas, átomos, neutrones, protones, en la misma velocidad que el Big-bang inicial (o tal vez mayor), para recomenzar un nuevo ciclo de la creación. Esta última idea existe en un poema hindú del Mahabharata, que dice: “Del ombligo de Visnú, que descansaba en el océano primordial, sale el dios Brahma para crear nuevamente el mundo que Shiva destruye en una noche. Brahma vuelve a crear todo por un nuevo período y el dios Shiva lo destruye nuevamente. Y así sucesivamente por 100 años (períodos de los dioses) cuando Brahma y los dioses finalmente desaparecen y el Universo vuelve a su estado original”.

Durante la época del nazismo del III Reich, habían dos teorías: La Tierra Hueca y El Hielo Eterno, destinadas a suplantar las teorías creacionista, evolucionista y del Big-Bang, consideradas por Hitler parte de la conspiración judío-liberal, que había destruido y ocultado la “verdad” sobre las grandes civilizaciones del pasado.

La Tierra Hueca, fue una doctrina creada en 1818 por el capitán estadounidense J. Symnes, que afirmaba lo siguiente: “en el mundo todo es hueco, plantas, huesos, cabellos, etc. Por lo tanto los planetas también son huecos”. Decía que la Tierra tiene cinco esferas, una dentro de la otra, con aberturas en los polos para desplazarse sus habitantes. En 1870 otro americano, Cyrus R. Teed, proclama solemnemente: “Habitamos en el interior del planeta Tierra”, comenzando a divulgar su teoría a través de un diario impreso llamado “La Espada de Fuego”.

Antiguas leyendas de la mitología sumeria, egipcia, griega y otras, dicen que existen mundos subterráneos donde habitan los muertos y los espíritus. Los hebreos hablaban de un mundo donde están los malos espíritus. En el Apocalipsis de Juan también se menciona que la Bestia será encerrada por mil años en el abismo profundo.

En 1914 un joven aviador alemán preso en Francia, R. Bender, descubre ejemplares antiguos de la Espada de Fuego y folletos alusivos a la Tierra Hueca. Volviendo a Alemania organiza el movimiento doctrinario: “Hohl welt lehre” (Tierra Hueca), donde cuenta con el apoyo entusiasmado de varios oficiales de la Marina y fuerza aérea alemana. Según Bender, la Tierra es una inmensa cavidad esférica y vivimos dentro de ella presos por la fuerza de la radiación solar. Debajo de nuestro suelo existen rocas hasta el infinito. La atmósfera tiene 60 km, después se encuentra el vacío donde hay 3 cuerpos celestes: el sol, la luna y el ”universo fantasma” (una nube de gas azulado) adonde brillan algunos granos de luz llamados “estrellas”. Cuando la nube del universo pasa sobre el sol se produce la noche, al cubrir la luna se producen los eclipses. Para los teóricos del Hohl welt lehre, la humanidad es la única inteligencia existente en el Universo, reducido a las dimensiones de la Tierra encerrada en su esfera de rocas. Esta teoría fue descartada por los nazistas y el profeta Bender, finalmente, fue enviado a un campo de concentración donde murió olvidado.

El tema de la tierra hueca siempre intrigó a la humanidad y volvió a surgir en 1947 cuando el aviador norteamericano, Richard Byrd, sobrevoló el Polo Norte y retornó contando haber encontrado, después de la masa de hielo, una tierra maravillosa, con verdes prados, montañas, ríos y lagos y un “extraño animal parecido con un mamut”. Reportajes de la época sugerían que Byrd había sobrevolado el interior del planeta. Hay ufólogos que afirman que en el interior de la Tierra existe una civilización superior y las bases aéreas de los platillos voladores (ovnis).

Teoría del Hielo Eterno. La Doctrina del “Wel”, el Hielo Eterno, creada por Hans Horbiger, dominaba las ciencias en la época de la ascensión del nazismo al poder. A través de un movimiento político-mesiánico, Horbiger intentó implantar a la fuerza la nueva doctrina, con el apoyo de las juventudes hitleristas que amenazaban a los astrónomos, matemáticos, ingenieros y directores de institutos científicos, para adherir a la Doctrina del Wel. Científicos renombrados como Einstein y otros, acusados de ser parte de la conspiración judía, fueron obligados a exilarse en los Estados Unidos por los nuevos profetas de la ciencia.

Horbiger, nacido en Austria en 1860, era un pseudocientífico de barba blanca y aspecto de un profeta alucinado. En su época de joven ingeniero de máquinas a vapor, inventó un dispositivo mecánico que le rindió una pequeña fortuna. La pasión de su trabajo, observando los estados físicos del agua (líquido, hielo y vapor), lo inspiró para aplicar sus conocimientos a la astronomía. Esa inspiración le vino en su juventud: ”Tuve la revelación” decía, “cuando vi un reguero de acero fundido sobre la tierra cubierta de nieve, la tierra explotó con un cierto atraso y gran violencia con nubes de vapor, ahí comprendí todo”.

Según Horbiger, había en el cielo un sol de alta temperatura, millones de veces más ardiente que nuestro sol, que colidió con un planeta gigantesco de hielo. Esa masa de hielo penetró profundamente en el súper-sol. Durante millones de años nada aconteció, después el vapor de agua produjo una enorme explosión. Algunos fragmentos fueron lanzados lejos y se perdieron en el vacío, otros quedaron en una región intermediaria: son los planetas del sistema solar, alrededor de 30 que fueron cubiertos por el hielo, solo la Tierra no fue cubierta completamente, ahí se mantiene la eterna lucha del hielo con el fuego. En un lugar distante del espacio se formó un enorme anillo de hielo (es lo que los astrónomos llaman de “vía láctea”), algunos soles distantes brillan a través de este anillo. Existen dos fuerzas cósmicas: la repulsión de la explosión inicial que aparta los planetas y la gravitación que los atrae. La fuerza explosiva va disminuyendo con el tiempo y la gravitación es constante. De este modo fatalmente llegará un día en que los planetas serán atraídos por los de mayor masa y todo el sistema caerá nuevamente sobre el sol en forma de hielo, iniciándose un nuevo ciclo de formación del Universo.

Las cuatro eras terrestres. En ese intervalo de vida la Tierra habría capturado cuatro satélites, por lo tanto existen cuatro eras geológicas (estamos en el cuaternario). Antes de caer sobre la tierra las lunas explotaron y girando vertiginosamente, se transformaron en anillos de hielo, roca y gas, fosilizando todo lo que había en su camino en la corteza terrestre. Con el recorrer del tiempo surgieron y desaparecieron diversas especies vegetales y animales, de las cuales no sobraron vestigios.

Durante el período Primario, con la aproximación de la luna, la gravitación fue alterada, permitiendo el surgimiento de grandes especies vegetales e insectos gigantescos. En el Secundario aparecen los grandes dinosaurios (con la liberación de su peso por la baja gravitación algunos consiguen volar). En el final del secundario, probablemente, surgieron los mamíferos gigantes y los primeros hombres (los gigantes mitológicos). Son ellos los que forman las primeras civilizaciones humanas, imitando la naturaleza de los insectos sociales, como abejas y hormigas termitas, reducidas violentamente de tamaño por las alteraciones geológicas. En el período Terciario aparece el hombre común (nuestro antepasado), menor y menos inteligentes que los gigantes. Algunos gigantes, sobrevivientes del período secundario, son los “civilizadores” enseñándole la agricultura, la metalurgia, las artes, la ciencia y la religión. Estos fueron los primeros reyes de la mitología. Cuando la luna del Terciario se aproxima de la Tierra, en espiral, los mares se elevan, los hombre suben a las cumbres más altas junto con sus reyes gigantes fundando las grandes civilizaciones marítimas. Existen vestigios de cinco grande civilizaciones marítimas en: los Andes bolivianos (Tiahuanaco); Oceanía (Nueva Guinea); México (Yucatán); África (Abisinia) e Himalaya (Tíbet).

Hace 12 mil años la Tierra capturó el 4º satélite, nuestra luna actual. El planeta tomó su forma hinchada en los trópicos y achatada en los polos. Las aguas de los mares retrocedieron hacia el ecuador terrestre y en los polos se formaron costras de hielo. Una última civilización fundada por los reyes gigantes en el Atlántico Norte es tragada por las aguas en una noche, la legendaria Atlántida de Platón. Es el Diluvio de las antiguas tradiciones. En ese período de luna alta (actual), los gigantes todavía sobrevivientes se degeneran aplastados por el peso del cielo sobre sus hombros. Aquellos que fueron reyes, o dioses, se transforman en monstruos que precisan ser exterminados, son los ogros de las leyendas, es el fin de los dioses gigantes. Nuestra luna actual, tan bella y romántica, también acabará precipitándose sobre la Tierra. De esta vez la catástrofe será total, porque nuestro satélite es bien mayor que los anteriores.

En el comienzo de esta crónica, dije que ninguna de las teorías pesquisadas ha sido completamente demostrada, todas son especulativas, con excelentes raciocinios en busca de la verdad. Algunas, como las religiosas, usan el fundamento de la fe pura y absoluta para demostrar ser verdadero el mito de la creación. Otras, como las pseudocientíficas, usan una combinación de fe, magia y ciencia como argumento. Las teorías científicas son las que más se aproximan de la verdad, juntando: evolución y big-bang, pero son billones de años de diferencia con el acontecimiento de la creación para demostrar el acierto de sus tesis. Hasta ahora nadie se ha preocupado de analizar ¿qué es lo que había antes de la creación? Leyendas mitológicas dicen que había un “caos”, la religión dice que existía “Dios”, los científicos dicen que había una partícula única, minúscula, próxima del “nada” absoluto. En todas las versiones se deduce que “algo” existía.

Mi opinión sobre la creación del mundo es bien simple: el Universo es eterno e infinito en permanente transformación, siendo creado y recreado hasta la eternidad, espíritus y seres vivos son parte de esa creación. Nosotros, los seres humanos, también poseemos una parte eterna en constante renovación que es el espíritu, o alma inmortal, que recibe nuestro cuerpo con sus virtudes y defectos como envoltorio material, para desenvolver “experiencias de vida”, completándose a un gran espíritu universal que seria Dios.

ClaudioAracenaRamírez

EL TERCER OJO DE HITLER

EL TERCER OJO DE HITLER

El título de esta crónica no es absolutamente original. Como algunos deben haber observado, fue copiado de la obra “La Tercera Visión” de Lobsang Rampa, de quién escribiré más adelante. Adolf Hitler fue considerado, por la mayoría de los analistas, una encarnación del mal, un moustro, un psicópata, o un anti-Cristo. Tal vez esta última definición esté más cerca de la verdad.

Hitler se consideraba a si mismo una especie de profeta, el líder mesiánico de una nueva orden mundial, la “Orden Negra de los Señores del Tule”. Debajo de la figura cómica y grotesca del dictador se escondía una fuerte personalidad, capaz de cautivar millones de alemanes y una legión de admiradores. El secreto de ese suceso, que arrastró al despeñadero de una guerra a toda una nación, no estaba solamente en su gran capacidad oratoria, que despertaba sentimientos de patriotismo fanático en un pueblo humillado por la derrota de la 1ª Guerra Mundial. También tenía el apoyo espiritual de sociedades secretas surgidas en Europa y de una tropa de oficiales fanáticos de la Orden Negra, las temidas “SS”.

Hitler era un “iluminado”, el mesías del Nacional-socialismo, cuya misión profética era destruir la sociedad judío-liberal, para preparar la llegada del ”hombre nuevo”, el reencuentro de los superhombres de las mitologías nórdicas con los escogidos, que formarían una nueva raza para dominar el mundo. Para eso era necesario exterminar los judíos, los causantes de todo el caos económico, político y religioso de la humanidad, la “Conspiración judía”. Hitler decía a sus comandados: “No es verdad que yo considere al judío un animal, él está más alejado de nosotros que los animales. Exterminarlos no es un crimen contra la humanidad, él no forma parte de ella, es un ser extraño al orden natural y no tendremos descanso en cuanto haya un solo judío vivo”. En la verdad Hitler consideraba también gitanos, negros y eslavos, seres inferiores, surgidos sobre la tierra en el periodo terciario, después de caer la segunda luna capturada (teoría Horbigeriana del “Wel”, el hielo eterno). En su delirio Hitler decía sobre sus planes futuros: “La idea de nación es apenas un recurso político necesario en un comienzo, habrá un día en que todo será una gran confraternización universal de los señores y sus maestros, poca cosa restará de las naciones y del concepto de nacionalismo. Política es apenas la visión exotérica, externa, de una visión esotérica más profunda y religiosa de las leyes universales secretas, que nos serán reveladas oportunamente”. Hitler sufría de alucinaciones, tenía visiones del “hombre nuevo” (el hombre-dios) cruel, audaz y poderoso, que lo dejaba paralizado de terror en las noches de insomnio.

Adolf Hitler nació en 1889 en Braunau, pequeña ciudad austríaca en la frontera con Alemania, una región considerada importante centro de médiums y videntes, como los famosos hermanos Schneider (los médiums, según estudiosos del asunto, generalmente son personas insignificantes que, súbitamente, son poseídos por fuerzas o entes externos que los elevan de categoría, con poderes divinos, demoníacos, o extraterrenos (?). Cuando Hitler estaba poseído por aquellos ”Entes misteriosos” sus asistentes veían surgir el “Führer” de la gloria humana: “Un señor bajito, de bigote ridículo, transformándose en un arcángel, después el ángel se evaporaba y quedaba solamente el hombre, transpirando, con los ojos vidriosos como un alucinado”. Esa es la descripción dada por un observador extranjero. Cuando niño Adolf Hitler estudió en la abadía de Lambach, adonde soñaba en llegar a ser un sacerdote. En su juventud quería ser pintor, contrariando el deseo de sus padres. Adolf era un joven sensible, rebelde y solitario. Tentó ingresar a la Academia de Artes de Viena en dos oportunidades y fue reprobado. Cuando quedó huérfano subsistió pintando cuadros que entregaba a comerciantes judíos para venderlos (él tenía un porcentaje de sangre judía ¿quién lo diría?), vivía en albergues o durmiendo en la plaza cuando no tenía dinero. En 1913 atravesó la frontera hacia Munich, Alemania, para escapar del servicio militar, al año siguiente Alemania y Austria entraron en guerra contra el resto de Europa. Hitler se alistó en el ejército alemán como mensajero, consiguiendo el grado de Cabo y dos condecoraciones por valentía.

Al final de la guerra el cabo Adolf, sin trabajo y sin profesión, fue enrolado por sus superiores del ejército como activista político (había llamado la atención el fervor patriótico de ese pequeño cabo en pro de la causa pan-germánica y su odio declarado contra judíos y comunistas a quienes culpaba por la derrota de Alemania). Con un grupo de ex combatientes ingresó al pequeño Partido de los Trabajadores de Alemania, donde comenzó a destacarse por su energía y liderazgo. Su mentor fue el periodista y poeta alemán Dietrich Eckard, que le enseñó el arte de discursar en público, la propaganda política y la doctrina secreta del Tule. Con un pequeño grupo de fanáticos nacionalistas refundó, en 1923, el partido con un nuevo nombre: Partido Nacional Socialista, más conocido como Partido Nazi. Antes de morir, en junio de ese mismo año, Eckard dijo: “Sigan a Hitler, él sabe la danza pero yo le enseñé la música”. Como presidente del nuevo partido, Hitler encabezó una frustrada tentativa de golpe de estado en Munich, fue preso por revoltoso y condenado a nueve meses de prisión. En la cárcel recibía las visitas de Rudolf Hess y Karl Haushoffer, que comenzaron a adoctrinarlo en la teoría del socialismo mágico del Tule para la conquista del poder. Toda esa experiencia fue registrada en su libro “Mein Kampf” (Mi Lucha) escrito en la prisión, que se transformaría en la Biblia del movimiento nazista.

En la época de pos-guerra, Alemania estaba arruinada con una inflación estratosférica y deudas de indemnización a los países vencedores. Al mismo tiempo florecían sociedades secretas místicas provenientes de las antiguas tradiciones nórdicas, grupos de iniciación filosófica como: Golden Down, Sociedad del Vril y Sociedad del Tule. El Golden Down había sido fundado en Inglaterra por miembros de los Rosacruces y de la Masonería. Tenía como finalidad la magia ceremonial y la obtención de poderes místicos. Su fundador decía estar en contacto con los “Superiores Desconocidos”. La Sociedad del Vril, también conocida como “Logia Luminosa”, en alusión a los masones, fue creada por inspiración de la obra: “La raza que nos ha de reemplazar”, que describe hombres súper-evolucionados, adquiriendo poderes que los tornan semejantes a los dioses, que habitan cavernas subterráneas de donde surgirán para gobernar el mundo. La Sociedad del Tule fue inspirada en la leyenda del Tule, que se remonta a los orígenes del germanismo. Tule era el centro mágico de una civilización desaparecida, una gran isla hacia el norte de Europa, tal vez Groenlandia, o una isla sumergida en el océano atlántico (¿estarían refiriéndose a la Atlántida?). Fuentes de energía adormecidas serían utilizadas por seres intermediarios entre “extraterrestres” y los “iniciados”, para ejercer el dominio de una nueva raza sobre el mundo. Esas teorías de mitologías semejantes contaban con la credulidad de varios grupos filosófico-religiosos, como los teosóficos y los rosacruces.

Una leyenda tibetana cuenta que hace 4 mil años atrás había en Gobi, región central de la China, una civilización altamente desarrollada de descendientes de los extraterrestres. Después de una catástrofe nuclear (en Gobi hay indicios de radiación atómica) toda esa región fue transformada en un desierto. Los sobrevivientes emigraron: unos hacia el norte de Europa y otros en dirección del Cáucaso. El dios Thor de la mitología nórdica sería uno de esos sobrevivientes. Los que emigraron al Cáucaso, los grandes maestros de la civilización de Gobi, se instalaron en un sistema de cavernas del Himalaya, dividiéndose en dos grupos: hacia el lado derecho, fundando la ciudad sagrada subterránea de Agharti, lugar de contemplación, templo de aislamiento total; hacia el lado izquierdo, el otro grupo fundó la ciudad de Schamballah, lugar de las fuerzas ocultas, cuyos poderes comandan los elementos. Los iniciados de la Sociedad del Tule, entre ellos el propio Hitler, estaban convencidos que el pueblo oriundo de Gobi era la raza fundamental de la humanidad, la raza aria. Karl Haushoffer, el “guru” de la Orden Negra, pregonaba la necesidad de un “regreso a los orígenes”, o sea conquistar la región mágica del centro de Asia, entre Gobi, el Cáucaso y el Tíbet para, desde allí, dominar el mundo (leyendas hindús dicen que 2.000 años a.C., un pueblo de raza aria bajó por el valle del Indo, para fundar la civilización Brahmánica). Haushoffer había emprendido varias expediciones al Tíbet, India y Japón en busca de los secretos del Tule. En el Japón fue “iniciado” por una sociedad secreta budista con el juramento ceremonial.

Después del fracasado golpe de estado, los nazis urdieron un plan bien elaborado: En 1932 Hitler se candidateó a la presidencia de la república, perdiendo por escasa margen para Hindenburg. Comenzó una onda de huelgas y disturbios callejeros en Berlín. A las vísperas de las elecciones parlamentarias fue incendiado el parlamento y culparon a los comunistas. En la misma noche 5 mil comunistas fueron presos por Göering, jefe de policía y futuro jefe de la Gestapo. Presionaron al presidente Hindenbug para nombrar Adolf Hitler como Canciller. El Partido Comunista Alemán fue declarado ilegal y el Partido Nazi acabó siendo el partido único del régimen. Al morir el Presidente en 1934, Hitler acumuló las dos funciones: Canciller y Presidente de la República, el camino estaba abierto para la dictadura totalitaria.

En el centro del poder político, Hitler usaba sus dotes de gran orador, su fervor patriótico anti-cristiano y nacionalista, que hipnotizaba a quienes lo escuchaban. Había inventado una terminología propia, acuñaba frases como: “Luego un camello pasará por el ojo de una aguja y un gran hombre será descubierto” (parodiando las parábolas de Jesús). También hablaba de “la curva decisiva del mundo”, “la falsa ruta del espíritu” y “la visión mágica”. En esta última frase se refería al “Ojo del Cíclope”, órgano mitológico en el medio de la frente que se habría atrofiado para formar en el hombre la glándula pineal. Esa idea de un tercer ojo humano lo fascinaba, invocaba a las fuerzas ocultas su vocación divina para anunciar a la humanidad el “nuevo evangelio mágico”. El ministro de propaganda nazista, Goebbels, había creado una áurea de misterio e idolatría en torno del líder (la escena del film “La Última Cruzada”, cuando Hitler da su autógrafo a Indiana Jones, no es inverosímil. Hitler era adorado por sus soldados y por el pueblo alemán, recibiendo inclusive centenas de cartas de amor).

En 1957, doce años después de la caída del III Reich, fue publicado en Inglaterra y Francia la obra de Lobsang Rampa: “La Tercera Visión”. Su autor decía ser un lama que había alcanzado el último grado de iniciación espiritual, que había sido llevado por tres maestros a una cripta subterránea en Lassa, donde reside el verdadero secreto del Tíbet y que había sufrido una operación para descubrir el “Tercer Ojo” (tercera visión), con el cual tenía acceso a todas las maravillas ocultas de la naturaleza. En la época se especulaba que Lobsang Rampa era un oficial nazista, enviado por Hitler al Tíbet para descubrir los secretos de la leyenda del Tule.

Para reforzar la imagen de la Orden Negra como un movimiento mágico, anti-cristiano, los nazistas adoptaron como símbolo la svástica, o cruz gamada (sus brazos se asemejan a la letra griega Gamma). En Asia y Europa la cruz gamada de puntas dobladas, representaba el sol en rotación (fuente de vida) o el rayo (la cólera divina). Sus orígenes más remotos fueron encontrados en la Transilvania de la edad de piedra, en grabaciones del siglo XIV a.C. y en las ruinas de Troya. Surgió en la India en el siglo IV a.C. y en China en el siglo V d.C., de ahí pasó al Japón donde fue adoptada como símbolo del budismo.

La cruz gamada era completamente desconocida en Caldea, Asiria y Fenicia, o sea en las regiones de pueblos semitas (surgió posteriormente en la Mesopotamia y Egipto). Es un emblema exclusivamente ario, fue adoptada por los nazistas como símbolo de pureza de la raza aria. En el norte de la India y en el Tíbet es usada como signo mágico de la buena suerte, (en sánscrito “swástica” significa bienestar). Es uno de los símbolos sagrados más antiguos de la humanidad, usado inclusive por los cristianos primitivos antes de la introducción de la cruz latina en la simbología cristiana, varias catedrales católicas fueron decoradas con ese símbolo, así como los templos budistas tienen ese símbolo en sus fachadas. Hitler conoció la svástica cuando estudiaba en la abadía benedictina de Lambach, tapizada de cruces gamadas. Antes de los nazis otros grupos usaron el símbolo mágico de la cruz gamada, como los boy-scouts, fuerzas aéreas y grupos indígenas, en sus dos versiones: la “sauvástica levógira” y la “esvástica dextrógira”. Los nazis adoptaron la esvástica, con los brazos doblados hacia la derecha (dextrógira) que era un símbolo de destrucción, inclinada simulando un movimiento. Estaba de acuerdo con el propósito final de Hitler que era: destruir la civilización judío-cristiana-liberal para la llegada de una nueva orden mundial. Ese nuevo símbolo también representaba dos “eses” sobrepuestas, que designaba las siniestras “SS”.

Las “SS” de la Orden Negra, fueron formadas inicialmente como un grupo paramilitar de protección al líder nazista, antes existía en el Partido de los Trabajadores un grupo de milicianos, las “SA”, tropa de choque contra adversarios políticos, provocación de desórdenes y propaganda. En una operación conocida como “la noche de los cuchillos largos”, las SS asesinaron a los milicianos de las SA, sus dirigentes y adversarios políticos de Hitler, determinando el poder absoluto dentro del partido. Durante el régimen del III Reich, las SS alcanzaron un status de organización secreta, superior al partido y al propio ejército, sus miembros más destacados eran Himmler, Göering y Goebbels, ellos obedecían ciegamente a las órdenes del Führer como verdaderos monjes-soldados y eran temidos hasta por los oficiales del ejército alemán. Hitler dirigió casi toda la guerra basándose en sus intuiciones videntes de profeta del apocalipsis (tercer ojo) y en los consejos de sus asistentes “iniciados” de la Orden Negra. El Holocausto tuvo dos finalidades: destruir de una vez al enemigo judío y ofrecer a los dioses sacrificios humanos en gran escala, como modernos sacerdotes del mal.

La mayor parte de estas observaciones fueron extraídas de la obra “El retorno de los Brujos”, donde sus autores Pauwels y Bergier intentan descifrar la figura enigmática de este personaje místico, loco, alucinado, profeta satánico, o simplemente un psicópata, que sus conocidos lo describían como una persona sensible, humana, que le gustaba escribir poemas y pintar paisajes, que adoraba animales y plantas, que era vegetariano y abstemio. En síntesis un sujeto ejemplar que, entretanto, mandó exterminar 6 millones de judíos en los hornos crematorios y provocó la muerte de otros 20 millones de personas en una guerra insana.

ClaudioAracenaRamírez